NIÑOS DE HOY, CIUDADANOS DEL MAÑANA

              
Hace unas semanas surgió en una de mis clases de Biología de primero de la ESO una serie de preguntas sobre los sucesos tan terribles que están pasando en este mundo. Hablando de los microorganismos que causan enfermedades, como la malaria, derivó la clase en las diferencias que tenemos dependiendo de donde hayamos nacido. Algunos se quedaban perplejos de que hubiese tantos mundos en un solo planeta: primero, segundo, tercero, cuarto. A partir de aquí, los microorganismos dieron paso  a una batería de preguntas y respuestas entre ellos mismos que, de manera espontánea, fueron brotando: 

- ¿Qué es el tercer mundo? Un lugar en el que si estuviésemos allí en vez de seguir viviendo los 25 alumnos/as de la clase posiblemente sólo quedaríamos la mitad. Un mundo en el que el Norte tira la comida a la basura y el Sur no come es un mundo enfermo.

- ¿Por qué valen las muertes por atentados más en Europa que en Siria o Irak? No lo entendemos, si todos somos personas y tenemos los mismos genes nos debería dar la misma pena la persona que muere en un atentado terrorista  a 100, 500, 1000 0 3000 kilómetros. Todos tenemos que ser españoles, ingleses, franceses, belgas, sirios, iraquíes…, cuando asesinan a un inocente.

- ¿Por qué un niño o un adolescente pueden provocar un atentado? Me acuerdo de un niño saharaui, acogido los veranos en casa de mis vecinos,  que el año pasado cuando regresó a su tierra se encontró que unos soldados habían destrozado media aldea ¿Cómo se sentirá ese niño? ¿Seguirá creyendo en las personas? ¿Es lo que puede ocurrir con los miles de niños que con sus familias pedían refugio y han quedado abandonados por Europa? Si son secuestrados por las mafias y abusan de ellos y los utilizan ¿qué podemos esperar? Los niños hacen lo que ven, si ven terrorismo habrá futuros terroristas, si viven como nosotros no tendrían esos sentimientos de odio. Hay que erradicar lo que provoca la guerra. La guerra no termina con más guerra, sino que genera más muertes y más dolor. Si con un poquito de fiebre que siento en el Instituto llamo corriendo a mis padres para que me cuiden, no quiero ni pensar en lo que deben sentir esos niño abandonados, despreciados, no puedo, no puedo…

- ¿Por qué en la tele hay tantos programas basura que nos entretienen como si fuésemos tontos mientras pasan todas estas cosas? Para entretenernos y que no pensemos en todo el dolor que pasan. A lo mejor si tomamos consciencia, la gente mayor no permitiría todo lo que está pasando.

- ¿Nos acordamos de los niños que mueren en las aguas del Mediterráneo huyendo de las guerras? Profe, no puedo entender que mientras unos niños se bañan en esta orilla otros se ahogan en la otra. Profe, ¿Podríamos hacer una manifestación en la playa para que los dejen venir? ¿Podríamos organizar unas pateras solidarias para ir a por ellos y traerlos? Profe, al menos podríamos escribir una carta a los mayores para recordarles que los derechos humanos se basan en la igualdad y no en religiones, economías, etnias, culturas, tradiciones…, porque por encima de todo ello somos personas.
La carta ha quedado escrita. Gracias mis queridos/as alumnos/as, con vosotros/as es más fácil creer en el ser humano.
Córdoba, 4 de mayo de 2016
  Miguel Santiago Losada
Profesor 

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