Mohammed

Como viene siendo costumbre por estas fechas, recibí una entrañable felicitación que, bajo la foto de dos sonrientes semblantes, decía: Mohammed y Enrique os desean feliz Navidad y un año 2009 maravilloso.
Mohammed es un niño que padece una grave enfermedad y vive bajo el cariño y cuidado de Enrique, persona de un corazón preñado de vida y amor.
Puestos a pedir para el 2009, lo hago bajo la atenta mirada de estos dos cálidos amigos que me transmiten ternura, alegría y espíritu solidario. Sus brillantes y humedecidos ojos retan a un mundo tremendamente injusto. Días antes del comienzo de las fiestas navideñas, sus atentas miradas se dirigían a un senegalés que era detenido por la policía por vender cedés pirateados en la vía pública. Ya son más de 50 personas encarceladas, la mayoría subsaharianas, por este terrible delito que les lleva a buscarse la vida.
Julián Ríos , un profesor de derecho penal y amigo de ambos, ha iniciado una campaña de la mano del juez Ramón Sáez y de artistas como Willy Toledo y Alejandro Sanz para denunciar semejante atropello contra las personas más empobrecidas.
Durante el año 2009, temen la posibilidad de ver a más de un amigo ir a la cárcel por haber cometido el delito de ayudar y acoger a una persona que ha inmigrado ante la falta de medios para vivir y que, además, se le niegan los papeles para poderse desenvolver como un ciudadano cualquiera. Las normativas muy duras que sobre inmigración se dictan en la UE obligan a sus gobiernos a aplicar esta legalidad terriblemente injusta que condena la solidaridad y el deber de socorro.
Mohammed volverá a andar por los pasillos de su cole, después de las vacaciones, con preocupación porque alguien lo rechace por su religión o color de su piel. Todavía son muchas las familias que inculcan a sus hijos una actitud xenófoba, personas que le tienen miedo a lo diferente, en lugar de vivirlo como un enriquecimiento personal y social.
Verán a más de un gobernante perseguir a personas y familias sin techo, a mujeres de la esquina que sufren una vida muy dura, a personas enfermas por las toxicomanías que corren el gravísimo peligro de quedarse muertas en la calle.
Visitarán más de una tarde a María , una vecina anciana que no tenía cabida en su familia. Según sus hijos, no tienen tiempo de cuidarla.
A la vuelta al cole, Mohammed seguirá preguntándose por qué Pedro y Carlos , dos niños que viven en centros de menores, no tienen ninguna familia que los quiera. Precisamente hace unos días le proponía a Enrique si la abuela María y sus amiguitos Pedro y Carlos se podían ir a vivir con ellos. Sus hermosos ojos negros se resisten a que vivan solitos, sin el calor de unas familias que los amen y protejan.
Mohammed y Enrique han hecho un pacto para el 2009: comerán y cenarán sin la tele, hablarán de sus cosas y organizarán actividades para animar a la gente a que abra sus casas a los inmigrantes, a los niños sin familias, a las personas que llamen a sus puertas.
Ellos me han convencido. Yo quiero vivir un 2009 maravilloso como ellos, atento a la vida.
* Profesor y presidente de la
Asociación Kala

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