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Mostrando entradas de noviembre, 2002

EDUCAR, IGUALAR EN DERECHOS

En muchas ocasiones tenemos la impresión de que nuestros niños y jóvenes se nos escapan, no sabemos a dónde, pero parece que se nos fueran de las manos. Tienen bastantes posibilidades de que no encuentren referentes que les aporten valores éticos frente a una calle y unos medios audiovisuales cada vez más impersonales y violentos. Estas situaciones les generan unas conductas que más tienen que ver con la de los autómatas que con las de un ser humano. Nuestros chavales, o bien, pasan mucho tiempo con los videojuegos, ordenadores, viendo películas, generalmente violentas, o bien, la esquina de la calle les invita, en ocasiones, a un "colegueo" para iniciarse tempranamente en el mundo de las sustancias que les podrá empujar, ¿quien sabe?, a sumergirse en falsos mundos mágicos e imaginarios que les lleve a conductas asociales. Ello está provocando que salten las alarmas en los juzgados de menores, ante las crecientes denuncias a menores, cada vez más de la clase media y acomo

LAS NECESIDADES DE LOS NIÑOS

Me preocupa este sistema que sólo detecta la desprotección del niño en los ambientes empobrecidos. ¿Acaso los pobres se portan mal con sus hijos, mientras que los no pobres cuidan bien de sus descendientes? Ahí tenemos el caso del niño rumano de Córdoba, cuyo padre inmigrante y pobre se ve obligado a mendigar para darle de comer a sus hijos. En este caso, lo que el niño necesita es a su padre con los recursos para vivir con él y su familia y no un centro de menores. Me preocupa este sistema cuando confunde situación de riesgo con situación de desamparo. ¿Cuántos niños desamparados existen entre las familias llamadas normalizadas, las cuales tienen a sus hijos bien vestidos y alimentados? ¿Acaso podemos hablar de desamparo cuando la realidad es la dramática situación socioeconómica que viven las familias de estos niños empobrecidos? ¿No sería mejor denunciar los riesgos sociales provocados por la falta de política social y a los políticos que cogen la escoba para barrer las calles de

LA LLAMA DE LOS DERECHOS HUMANOS

  “Todos los seres humanos nacen libres e iguales   en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros” (art.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos). Precisamente este artículo vertebra el resto de los 29 de la carta magna: derechos fundamentales, derechos individuales, derechos sociales... Porque nos sentimos fraternos es por lo que podemos salir de la “caverna”, a través de dos principios o valores netamente humanos: la compasión (la pasión con) y la justicia. Sólo el “sentir con” nos hace reclamar la igualdad y la dignidad para todas las personas. Lo contrario nos hace retroceder a la caverna, donde la agresividad en su más pura esencia es el denominador común de la manada, la piara, el redil, la bandada... El personaje Amador de la película “Los lunes al sol” nos enseña magistralmente que somos siameses, estamos hechos de lo mismo, de tal manera que si un ser humano cae, arrastra al otro